Es equivocado pensar que Dios es un ser frío y distante, que se limita a recompensar las cosas buenas que hacemos y castiga las malas.
El miedo a este Dios y su castigo se convertirían así, casi sin darnos cuenta, en la fuerza motriz del cumplimiento de nuestros deberes.
Pero la Sagrada Escritura enseña que “el amor perfecto rechaza el temor”, como dice san Juan en una de sus cartas.
Este libro es una guía práctica para experimentar la realidad de la filiación divina de gozosa intimidad con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.